viernes, 27 de septiembre de 2013

HAGAKURE, EL CAMINO DEL SAMURAI


Tengo la impresión de que los jóvenes Samurái de hoy en día se han fijado objetivos lamentablemente bajos. Tienen la mirada furtiva de los ladrones. La mayoría sólo busca su interés personal o hacer gala de su inteligencia. Incluso los que parecen tener el alma serena sólo muestran una fachada. Esta actitud no es conveniente.
Un Samurái sólo lo es verdaderamente, en la medida que no tiene otro deseo que morir rápidamente —y de volverse puro espíritu— ofreciendo su vida a su amo, en la medida donde su preocupación constante es el bienestar de su Daimyo, al que rinde cuentas continuamente, sin cesar, de la manera mediante la cual resuelve los problemas para consolidar las estructuras del dominio. De este modo, Daimyo y servidores deben estar determinados de la misma manera. Es indispensable que nadie, ni siquiera los dioses y los Budas, puedan haceros desviar de la meta fijada.
 
 

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