martes, 17 de abril de 2012

A MI AMADA ESPOSA


A mi amada esposa:
Tengo en mente muchas cosas que decirte, más no sé cómo empezar, sabes:
Quiero decirte que entiendo muchas cosas que supones que no tomo en cuenta.
El hecho de limpiar la casa a diario no es un platillo del gusto de muchas mujeres, quizá de nadie.
Preparar la comida para las niñas, estar al pendiente de que quieran comer, que coman bien, que tomen alimentos saludables, y a la vez que no se ensucien porque al final de cuentas quien va a limpiar eres tú.
Cuidar a las niñas desde que se levantan, que no tengan accidentes y estar al pendiente de ellas, hasta el anochecer que estén bien abrigadas y que descansen bien.
Prepararlas que vayan bien limpias a la escuela, que lleven su lonche, y estar al pendiente de las cosas de su escuela.
Estar al pendiente de tu marido que coma bien, que su ropa este limpia, recoger las cosas que deja tiradas cuando llega del trabajo, pues en vez de ayudarte te deja más trabajo.
Ingeniártelas al saber que el dinero no te alcanza y tienes demasiadas necesidades básicas que cubrir, que llega fin de mes y existen muchos pagos por cubrir.
Que como todo ser humano necesitas de afecto, amor, cariño de vez en cuando un abrazo para que sepas que alguien te ama y te apoyo en esta maravillosa empresa que es la familia.
Versa un dicho que:
“Cuando educas a un niño, formas un hombre, más cuando educas a una niña estas creando las bases para una nueva familia”.
Y entiendo la gran carga que llevas sobre tus hombros para seguir en esta empresa sin ningún reconocimiento, ni palabra de aliento.
La razón de esta carta es para aclararte cuanto aprecio lo que haces, más cuando estoy junto a ti las palabras de aliento no me salen de la boca, prefiero mejor, como tantas veces proferir insultos y amenazas de dejarte y dejar la casa pues son solo pretextos para seguir mi vida de placer, con mis vicios, mis traumas  y mis angustias sembradas desde mi infancia que no sé cómo resolverlas.
Quizá es por eso que me escondo tras este monitor pues no tengo el valor moral, humano, ni la honestidad para reconocer frente a ti todo lo que te escribo.
Gracias por hacer hasta lo imposible por tratar de conservar tu sonrisa MONA LISA.
Te amo.

Que Dios te bendiga y a mí me de fuerzas para reconocerlo y dejar a tu lado mi hombro para cuando necesites apoyarte.

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