lunes, 11 de noviembre de 2013

Madre


MI madre ya está en la edad de la senectud, ayer vino a visitarme, amo mucho a la viejita, pero sabes, me duele humanamente en el corazón que ya no escucha bien, no ve bien, se mueve con dificultad, tiene incontinencia urinaria, de repente no hila bien la plática, es una mezcla de impotencia, impaciencia, miedo y a la vez sentimiento de inocencia pura pues veo en ella a un angelito terrestre, más me llega el remordimiento de que no puedo estar atendiéndola siempre, por el compromiso en mi trabajo, mi familia propia, y mis aunque pocas, actividades que tengo, estando en mis quehaceres me acuerdo de ella y me llena un sentimiento de nostalgia, pues ya no puede valerse por sí misma y no puedo estar ahí para ayudarla.
Me descuide un poco y mi madre se cae de los escalones queriendo llegar al baño por su incontinencia, y ya orinada en el piso, una mezcolanza de ira e impotencia de no haber podido evitarle la caída del ser más preciado para mí en este mundo.
Le acabo de comentar que va a ser abuela otra vez, pero ya sin las mismas intenciones de decirle que se espere a conocer su nieto.
Cuando la voy a dejar, le ruego me perdone por todas las contrariedades que la hice pasar, todas sus lágrimas derramadas por mi culpa, que a estas alturas del partido aun así mis hermanos también mayores la siguen lastimando. Le digo que me dé su bendición, hace poco tiempo yo le comentaba que las probabilidades que se muriera ella antes que yo eran 50 – 50, aunque siguen siendo 50 – 50, ya estoy dudando, en que ella se me vaya primero y nos deje seguir nuestro camino en este paraíso terrenal sin su compañía.
Ahora que escribo esto pienso que tarde o temprano tenemos que enfrentarnos a esto, es la ley de la vida en la cual nadie se escapa al tiempo, y que tarde que temprano nos va a llegar a cada uno, con nuestros pequeños triunfos con nuestros semejantes como arrancarles una genuina sonrisa  y las grandes heridas que les dejamos por haber abusado de alguno de nuestros compañeros, amigos, familiares, en discusiones baladíes.
Considero en esto que acabo de escribir, que aunque muchos pregonen a los cuatro vientos que ellos están felices y contentos, mas sin embargo llevamos en el corazón ciertas heridas no sanadas e injurias enconadas hacia nuestros semejantes que no tan fácil podremos dejar, pues los llevamos incrustados en nuestra propia conciencia.
Yo quisiera que no se fueran en el viaje sin retorno, pero en las condiciones que se encuentra como ser humano, en su casa, escuchando a sus hijos discutir por una herencia que no tiene sentido, pues realmente es nada, sufriendo más por los achaques de la edad, eso ya no es vida. No porque sea insensible a que se vaya sino por compasión a que no siga sufriendo aquí en una vida que ya no es vida. Más lo dejo a juicio eterno pues eso no me corresponde decidirlo yo.
Cuando dormitaba en una silla le tome una foto para recordarla por lo que me reste de vida a mí, la voy a dejar a su casa, regreso con el corazón lleno de sentimientos, checo la cámara y sorpresa, la foto no apareció en mi cámara, la busque unas tres veces, y no está, no creo en brujas ni cuentos de hadas, pero se los juro que no está la foto tomada horas antes, extraño, quizá quiere decir que aún no es el momento de su partida, que quiere mostrarme algo más, quiere enseñarme algo más, o quizá va a hacer el esfuerzo de conocer a su nieto antes de partir.
 

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